sábado, 16 de junio de 2012

AMANDA 1

En realidad no me llamaba Amanda, sino Amada. Resulta que mi abuela Daniela, que tenía pasta a rabiar y estaba a punto de palmarla cuando me faltaban apenas dos semanas para aterrizar en este mundo, le puso de condición a mi madre que si quería heredar, tendría que llamarme: Amado si era chico (como mi abuelo y marido de la octogenaria y que en la Gloria esté! porque era un capullo) o Amada, si era una chica.
La abuela aguantó (yo creo que para joder a mi madre) y el Señor la llamó quince días después de que yo naciera, no sin antes asegurarse de que yo era Amada mirando con una lupa (porque no veía un carajo) y ante un notario para que diera fé, que en la partida de nacimiento aparecía el nombre AMADA. Gracias a Papá, poco tiempo después y tras trámites en el Registro Civil  cambiaron el nombre AMADA por el de Amanda.
Mi madre heredó una fortuna y los recuerdos de mi infancia se remotan a vacaciones a tutiplén siempre acompañada de mi TATA (ya os hablaré de ella más adelante), de las visitas esporádicas de mi padre por culpa del trabajo y de las ausencias de mi madre por sus múltiples tratamientos a llámense, depresiones, tratamientos faciales y/o corporales, retiradas espirituales y un largo eeeettttcccc. Pero fuí una niña feliz hasta que nació mi hermana (fruto de una casualidad sexual entre mis progenitores) y mi TATA se tuvo que repartir: educar a la indomable Martina y alimentarme de cariño a mí.
Como me hice rebelde ante esta situación mis padres decidieron recluirme en un internado en Guadalajara (no no, no en México sino en Castilla La Mancha- España) que tenía fama de reeducar a las niñas más IN de todo Madrid y comarcas colíndantes. Yo os puedo asegurar que la gran mayoría de IN se convirtieron en pequeñas putillas de padres pudientes, menos mal que nos salvamos mi querida Marilyn y yo.
Después de ese lustro, mi madre y la madre de Marilyn (otra paranóica bajo el influjo de mi madre) se confabularon contra nosotras y decidieron mandarnos a estudiar  inglés a Londres (flaco favor nos hicieron, nos corrimos tantas juergas que todavía hoy se lo estamos agradeciendo).

Quisiera seguir contando....pero tantos recuerdos me están atrofiando, asi que iré despacio y tranquila.




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